Rojo y gris

Preparadas...
Así son algunos días. Se visten de fiesta y son Mujeres de rojo sobre fondo gris. Las féminas aparecen hermosas, seguras de sí mismas, poderosas. Inaccesibles para los paseantes de domingo que las miran desde su rutina, atravesando el paso de cebra.
Listas...
Pero hay días que han de sacudirse las plumas, las lentejuelas, los volantes y las transparecias. Toca protegerse del frío, de la desdicha, de los rigores del invierno. Las mujeres de las fotos corren a abrigarse cuando el semáforo se vuelve verde para los coches y rojo, (paradójico, acaso) para ellas. Entonces, el tráfico vuelve con ímpetu: el taxista, que es madrileño (porque todos aquí lo son, aún cuando digan ándale y se chinguen en vaya usted a saber...hospitalidad de la ciudad) las increpa mientras hace sonar el claxon, impertinente. Ellas se refugian en la acera, envueltas en anoraks y abrigos de lana pardos, negros. A su alrededor, relucen los flashes de esos otros paseantes a los que ellas llaman la atención. Pues a fin de cuentas, son mujeres y hace frío en la Gran Vía.

Hace frío...
Y así son los días. Tarde o temprano vuelve el frío a ellos, cuando pasa el calor de la fiesta o las vacaciones en la playa de Almería. Y entonces, toca abrigarse y quitarse el vestido rojo.
Que todos tengamos un abrigo a mano que nos haga más llevaderos los tiempos difíciles. Nos hará falta.
Sea del color que sea
Fotografías en la Gran Vía madrileña, de Mª. Antonia Moreno

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